Thursday, November 30, 2006

Las Malventuras de Lucién Mahl -prólogo-


Soy un mentiroso terrible. No. Me expreso mal. Soy un excelente mentiroso. Por vocación. Mi vida se teje, se entrama fuertemente mentira a mentira. ¿Y lo mejor de todo? Nadie lo sabe. Nadie... Aunque no todo es así. Tengo una novia. Estoy enamorado de ella. Incluso creo que la amo. Vamos a casarnos en cuatro meses más. Ya sabemos dónde viviremos. Cuántos hijos tendremos y cómo se llamarán.

¿Lo ven? Ya me habían creído. Y todo lo anterior es mentira.


Me llamo Lucién. Lucién Mahl. Vivo en un piso en el centro de la ciudad. Solo. Aunque Matilda insiste en mudarnos juntos. Tengo un trabajo en el que paso sentado frente a una pantalla varias horas al día. Y otras de espalda a la pantalla mirando hacia la ciudad, para pensar en otra cosa o en nada. Ahí algo de verdad.

Les digo esto no para enmendarme. No busco redención. No creo que me expíe el confesar. Al igual que mis mentiras, esto es diversión pura.


La última galleta

Tener q trasnochar por trabajo
Adolecer los músculos adrede
la legaña y el placer de la lucha
el amanecer, la sonrisa del desconocido
sobre la cama, mirando la luz,
a travez de los dedos, mutando

Esperanza en el bostezo sonoro
el último aire riendo se va
te das cuenta arqueándolo todo
y el espejo te saluda,
hasta que dejas de mirar
y cómo miras... y cuánto miras...

La señal de despegue como papel tapiz
hay ocaciones en las que no se puede obviar
y afuera hay gentes q no conocen de sabores
¿qué comerán estas gentes? ¡Qué extraño!
¡Qué absurdo pensar en el otro!
Me aburro, me abstengo, esto es pura locura
El otro está pensando...

En la pantalla, en una de ellas,
palabras vienen, palabras van
has pasado horas pensando en levantarte
y te quedas sentado, porque sí, ¿por qué no?
y en eso encuetras la última galleta
que queda en un paquete del día anterior
"Pero si no quedaban... ¡Qué suerte!"
fortuna viene, fortuna va
Quizás sea momento de levantarse
pero toda la gracia está, en que puede que no.